sábado, 14 de febrero de 2009

Toca pagar "La Zarkozylla"


Muchos recordamos aquel, ya distante, 15 de Noviembre en el que se celebró un encuentro multilateral entre los líderes de 20 países del mundo. El G-20. Todos recordamos orgullosamente, como Jose Juis Rodriguez Zapatero, Mariano Rajoy y otros líderes y analístas de mercado, defendían con sólidos argumentos la presencia de España en esa convención. Todos recordamos abochornados como Jose Luis Rodriguez Zapatero escribía cartas pidiendo a su compañero internacional, Zarkozy, que apoyara la candidatura de España a esa cumbre.



Si bien nuestra presencia allí supuso, o al menos eso me gustaría poder pensar, mantener nuestra a imagen a nivel internacional (aunque claro, después de la bajada del rating, del ensañamiento de las agencias de rating con España, de la noticia de posible sanción a España por posible excesivo déficit...etc) la reunión no dejó de ser una reconversión política de los anuncios estilo Nike. Recopilar a tantas "estrellas de la política" como puedas bajo un eslogan: "Europa aguantará".

Posteriormente al acontecimiento, muchos periódicos empezaron a hacer la pregunta en sus columnas invitadas acerca del precio de la "invitación". Sarcásticamente, dicho pago se el conoció como "La Sarkozylla".

Varios meses después, con todo el dinero que se ha podido dar de las finanzas públicas destinados a viables planes de reactivación económica (al menos hasta cierto punto, en el capitalismo, el planteamiento keynesiano, no funciona siempre), recapitalizaciones bancarias que ni dan resultados, ni parecen ser capaces de evitar las quiebras, restricción crediticia, incremento imparable de la morosidad, y los políticos recurriendo al viejo conjuro del proteccionismo "para salvaguardar sus economías", es donde se ha mostrado el precio.


Francia lleva tiempo queriendo aprobar un plan de ayuda a su sector automovilístico por valor de 6.000 millones de euros, y pide la "colaboración" española en la aprobación del mismo, o deberá cerrar 6 fábricas en Renault y Peugeot en Valladolid, Palencia, Sevilla, Vigo y Villaverde, por un total de 24.000 trabajadores. Bruselas, por su parte, estudia que la ejecución del plan no pone en peligro la competencia a nivel intraeuropeo. Por su parte, Francois Fillon, primer ministro galo, defiende el plan, alegando que: "no es un plan proteccionista. ¿Cómo mantendrá Renault y Peugeot sus fábricas en Portugal, o Reino Unido, o España si no son capaces de hacer caja?"